(contra)memorias, por mario rabey


más de cuarenta años de construcción cultural de la Civilización, contra una Civilización que destruye y se destruye


contracultura es la reacción de las culturas

Otras historias

11. Mambo Show

Estábamos en el comienzo del otoño de 1969 y realmente todos hacíamos buen dinero, especialmente los tres Manales y yo. Del precio de cada show, el 30 % era para el trabajo de representación, y se repartía así: un 10 % para la agencia (los Gruart), un 10% para los representantes (Mandioca) y un 10% para el Road Manager, que venía a ser yo. El 70 % restante, una vez deducidos los gastos (el sonidista Robertone, la camioneta de Freddy que llevaba los equipos y los plomos -o sea los asistentes para carga, descarga, armado y desarmado de equipos-) se repartía entre los tres Manales por partes iguales.

Los cuatro Mandioca muchas veces venían a los shows, especialmente Jorge Alvarez y Pedro Pujó. A mí me acompañaba mi secretaria de "Mano Editora", que rápidamente se convirtió en mi pareja: Teresa Bogdan, "La Polaquita". Al poco tiempo, como yo tenía que llevar mucha plata encima -los shows se cobraban en efectivo, en cada club-, uno de los Manales -creo que Alejandro Medina- trajo un amigo para que trabajara como guardaespaldas: "el Negro" Serafián, del cual se dijo unos años después que había muerto en un asalto a mano armada, acribillado por la policía. No sé si es verdad. Lo que sí es verdad es que el Negro andaba bien "calzado", llevaba una pistola calibre 45 y nos sentíamos terriblemente seguros y confortados por tener un profesional cuidándonos las espaldas (y la plata).

Rápidamente, a los cuatro Mandioca y a mí se nos ocurrió que teníamos que tener una Agencia propia, por varios motivos. En primer lugar, porque los Gruart eran unos tipos excelentes, y Almendra era un fenómeno, pero los públicos de Almendra y Manal eran distintos. Almendra gustaba mucho en los medios un poco más "cultivados", de clase media. Pero Manal juntaba pequeñas multitudes en los clubes de barrios obreros. En segundo lugar, porque estábamos a la busca de más rock&blues para grabar en Mandioca y había que tener cómo hacerlos trabajar. Es un hecho que, en aquélla época, el dinero no venía de los discos, sino de los recitales y, especialmente de los shows de fin de semana en los clubes. Al poco tiempo apareció Vox Dei. En tercer lugar (last, but not least), la Agencia se quedaba con un interesante 10 %.

Rápidamente se tomó la decisión de crear Mambo Show. Nuevamente con ma. Me parece que el de la idea del nombre fue Alejandro Medina, pero no estoy seguro. Ahora el nombre era una toma de posición contracultural. Mambo en el argot hipposo y rockero de la época era sinónimo de viaje (trip) sicodélico. Mambearse era ponerse bajo los efectos de fumar marihuana y/o tomar ácido lisérgico (LSD) y mambeado/a era el/la que estaba viajado, fumado, en ácido... La palabra drogado quedaba entonces restringida a los usuarios de drogas duras: anfetaminas, cocaína, heroína.

¿El gerente de Mambo Show? Mario Rabey. Entonces, durante más de un año trabajé siete días por semana, muchas horas por día. De lunes a viernes en la distribuidora de Mano Editora Posters - Mandioca Discos que ahora se integraba con la Agencia Mambo Show. De viernes a la tarde a lunes a la madrugada, como Road Manager de Manal.

10. Road Manager de Manal


En el verano de 1968 a 1969, Jorge Alvarez abría una sucursal de su librería (que estabe en Talcahuano entre Lavalle y Corrientes, en Buenos Aires), en Mar del Plata. El grupo Mandioca decidió entonces también abrir un boliche en Mardel. El nombre, me parece que también fue Mandioca.

Del boliche lo que me acuerdo es que era un lugar divertido y cálido. De hecho, es uno de los pocos boliches que pisé en mi vida (en la foto -que tomo de un blog de Pedro- Mario Mactas y Mario Rabey -gracias Pedro por el bello recuerdo-). Al mismo tiempo que se alquilaba el boliche, se alquiló una casa para que vivieran los músicos mientras estaban en Mar del Plata. Era un poco desordenada, obviamente, pero también una divertida continuación de la vida bohemia que llevábamos en Buenos Aires. Aunque ahora no éramos más náufragos. Ahora éramos músicos, empresarios, gerentes. Es decir, ahora trabajábamos.

En esa temporada la conocí a Pirí Lugones, muy amiga de Jorge Alvarez, creo que era principalmente ella la que seleccionaba los autores a ser publicados en la Editorial. También trabajaba o había trabajado para Editorial Sudamericana. Parece haber tenido un papel muy importante en las decisiones que había ido tomando Jorge de participar activamente en este conjunto de empresas culturales alternativas que aparecen en mi relato. Pirí provenía de una familia de intelectuales de posición y actividad muy variada. Ella misma, como lo demostró su historia posterior, era aguerrida, de convicciones fuertes e idealista. Yo la recuerdo como una mujer culturalmente y moralmente de vanguardia: sin duda, un modelo vivo de lo que yo había leído y admirado unos pocos años antes en El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir. Madura, inteligente, bella con su renguera y desprejuiciada, Pirí es uno de los recuerdos amorosos más fuertes de mi juventud.

Creo que el boliche se cerró antes de terminar el verano, por una cuestión de habilitación municipal. Estábamos en Buenos Aires, y de los músicos de Mandioca, lo que prendía más fuerte era Manal. Era un trío y a veces sonaba como una banda. Los pibes de los barrios se prendían un montón. Me acuerdo de un impresionante recital en el Cine-Teatro Pueyrredón de Flores. Estaba lleno y el lugar vibraba muy bien y muy fuerte.

Empezaron a llegar los contratos para ir a bailes de fin de semana. Al principio, los contratos venían desde una agencia de representaciones que tenía como número principal a Almendra. Eran los hermanos Gruart, con oficina en el hermoso Pasaje Barolo, en Avenida de Mayo.

Nos convertimos, con Manal, en una máquina de trabajar, divertirnos y hacer plata los fines de semana, de viernes a domingo. Los sábados podía haber tres y hasta cuatro shows.

9. Mandioca La Madre de los Chicos

La creación de Mandioca ha sido relatada con mucho detalle por Marcelo Fernández Bitar en su Historia del Rock en Argentina. En esta entrada de mi autobiografía, me concentraré en mi propia participación en los acontecimientos, tal como los recuerdo ahora.

Mientras actuaba en La Orestiada, se me hizo evidente que un hippie pobre como yo no estaba en buenas condiciones de supervivencia. Tenía que conseguir algún trabajo, porque si no lo hacía, iba a seguir dependiendo de otros para poder comer y vestirme. Dormir era más sencillo: siempre había algún lugar en esa época.

Entonces sucedió que mis amigos, ex compañeros de Colegio y hippies Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo habían conocido a Jorge Alvarez, el editor de libros. Todos necesitaban algún trabajo también, salvo Jorge, que ya tenía. Entonces, empezaron por organizar una compañía editora de posters. El nombre: Mano Editora. El Che Guevara, Perón, Marylin Monroe, Sartre, Jane Birkin, Norma y Mimí Pons, un caballo, los Beatles, Mao, Romeo y Julieta, fueron algunos de los temas. La colección era desopilantemente variada, las fotos y las impresiones muy buenas, eran grandes y eran atractivos para públicos diversos. Se empezaron a vender muy bien en La Máquina, el local de Jorge de Souza en la Galería del Este (al lado del Instituto Di Tella). Pero no alcanzaba: entonces, se decidió armar una distribuidora. Me preguntaron si quería hacerme cargo de gerenciarla y, con mis 19 años, dije que sí. Conseguimos algunos vendedores que aceptaron salir a vender a comisión, contratamos dos cadetes para armar los paquetes y entregarlos, y una secretaria. En la foto, Pedro Pujó y Jorge Álvarez en aquellos días.

Poco tiempo después -muy poco tiempo por cierto, todo era muy rápido entonces, me parece que fueron dos meses-, se armó Mandioca la Madre de los Chicos. Mandioca porque era un alimento (sud)americano que empezaba con ma, y Madre de los Chicos porque así se decía a sí misma Dorita Loyber, mi propia madre, que tantas veces dio albergue y comida a los chicos. Se hicieron tres o cuatro discos simples (Manal, Miguel Abuelo, Cristina Plate), con una fantástica cubierta en tríptico diseñada y dibujada por Daniel Melgarejo. A mí me pidieron que redactara un texto para el disco de Manal, donde sostuve que el blues rioplatense empezaba ahora a ocupar el lugar del tango en el canto a Buenos Aires. Manal también empezaba con ma. Como Mano Editora y Mandioca. En noviembre de 1968 se presentaron los discos en el recital del teatro Apolo.

Unos meses después vendría el cuarto ma: Mambo Show. Pero ese será el tema de una próxima entrada. Mientras tanto, nos vamos a Mar del Plata.

8. La Orestiada en el Di Tella


Estábamos en el otoño de 1968, y decidí irme a dedo a Brasil. Llegué a Porto Alegre, donde recibí refugio en algunas casas tomadas y otros refugios de los hippies locales. Después de unos días de vida flower y otras yerbas, volví, de nuevo a dedo a Buenos Aires, a retomar el circuito del naufragio. Aquí, ya en invierno, me encontré con Marcelo Sztrum, Alfredo Slavutzky y Graciela Dellepiane, que habían sido invitados por Rubén De León a participar en una loquísima puesta en escena de La Orestíada (de Esquilo) en el Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella. Según Martín "Poni" Micharvegas (autor de algunos de los textos), el nombre completo era "La Orestiada y/o el sombrero de Tristán Tzara". En seguida me sumé y ahí conocí a otros integrantes del elenco, de los que especialmente recuerdo a Tabita Peralta.

De La Orestíada recuerdo una puesta muy depurada, sin escenografía, con un coro que recitaba unos textos fantásticos y nosotros (los actores) que representábamos a través de cuadros donde desplegábamos una fuerte expresión física y emocional. Recorro Internet y no encuentro ninguna otra mención a esta puesta en escena, salvo la foto que publica Poni Micharvegas y que sirve de ilustración a esta entrada.

7. Teatro Guerrilla de Buenos Aires


Creación colectiva, divagada durante 1968 en bares, la casa de Dorita Loyber de Rabey y otros lugares de naufragio del centro de Buenos Aires, por

Mario Rabey
Ricardo Mosner
Juan Comoglio
Pedro Pujó
Graciela Dellepiane Rawson
Alfredo Slavutzky
Marcelo Sztrum

Aclaración sobre los nombres: Mi nombre empieza esta lista, para hacerme responsable (autor-actor) de este texto y de los eventos históricos. El segundo nombre es el de Ricardo, porque lo recuerdo muy protagonista de la idea. Los otros nombres los verifiqué hace un par de días en un encuentro casual con Alfredo Slavutzky. Con todo seguridad, había más gente en el grupo. En cuanto aparezcan, los iré agregando.

Performances:

-Socorro. En el Obelisco. Panfletos y afiches en papel de diario con pintura negra, con texto “Socorro”, el lugar, el día y la hora, distribuidos en días previos al evento por Avenida Corrientes. Un gran aullido colectivo en la plaza que entonces rodeaba al Obelisco, repetido varias veces, en coro y en gritos individuales, diciendo “Socorro” alrededor de una gran pancarta, que también decía “Socorro”.

- Hoy se expone La Paz. Adentro y afuera del bar La Paz, conocido reducto de intelectuales en Corrientes y Montevideo. Con pancartas expuestas desde la vereda para ser vistas en el interior, con los textos: “Hoy se expone la Paz” y “Ustedes se están exponiendo”. Distribución de volantes en el interior del local, con un texto explicativo de la precariedad de la paz en el mundo. Gran diversión para la clientela y gran incomodidad para los mozos y los encargados!

- Alberto Greco se mató por culpa de la policía. En la esquina de Lavalle y Carlos Pellegrini. Empieza con una lata de esas de aceite de 20 litros, arrojada con fuerza al suelo. Al golpear, parece un petardo estallando. Un ¿SS?, representado por Juan Comoglio le pega a un hippie (Pedro Pujó) , y le dice –en alemán- "hippie ilógico". Etcétera.


En el final de la serie, el teatro guerrilla en la calle y la explosiva creatividad de Javier Chiquito Arroyurlo, confluyeron en:


6. Teatro guerrilla en la Argentina de Onganía

El día después de escribir la nota anterior, fui a la Feria del Libro y, como casi siempre, lo más interesante no fueron los libros ni los eventos, sino los encuentros. En un momento, mientras conversaba con mi hija Eva, miro al costado y allí, parado al lado mío, estaba... me dice algo así como "Sabés quien soy",
- Claro que sí-, le contesto -no me acuerdo tu nombre-
- Slavutzky, Alfredo Slavutzky.

Fue una catarata de recuerdos.

Ahí en seguida me pregunta si no me habían hecho alguna entrevista para alguna de las historias de la contracultura de los años '60 y yo le contesto que les escapo; y le cuento entonces que estoy escribiendo mi autobiografía, y que ando por los tiempos del teatro en la calle.

Alfredo reflexiona que hacíamos algo muy preligroso, por lo revulsivo y porque estábamos en dictadura, y que encima, era gratuito, sin resultados. Yo reflexiono que eso era la polenta: que no buscábamos, ni obteníamos, ningún resultado: éramos una guerrilla que no se proponía tomar el poder; ni siquiera, eliminar el poder. Entonces, me hace acordar de la obra más explosiva de la serie. "Alberto Greco se mató por culpa de la policía" y me cuenta algo que no sabía. Cuando Juan Comoglio, representando a algo así como un SS, le pega con un palo y le grita algo a Pedro Pujó, quien se agacha, se cae, trata de escaparse. La escena la recuerdo vívidamente, incluso la extraordinaria actuación de Comoglio, vestido con un perramus beige y diciendo algo que parecía en alemán.

Lo que nunca había sabido es que decía una frase coherente, hiper-coherente.

Le gritaba en alemán: "Hippie ilógico".


en la próxima entrega: Ficha Técnica del Teatro Guerrilla Hippie de Buenos Aires.

Este Teatro Guerrilla formó parte de lo que actualmente se llama performances, que incluyeron además una serie de acciones estéticas relacionadas con el modelo del happening en Galerías, Teatros y Centros de Exposiciones.

5. Algunos hippies decidimos hacer teatro en la calle

Estaba terminando el verano de 1968, yo no estaba estudiando, y me dedicaba, full time, al "naufragio". Así le decíamos los hippies porteños a una actividad que se llevaba a cabo de una manera continua, deliciosamente no capitalista -e incluso a veces declaradamente anti-capitalista-, ostensiblemente sostenida por los ingresos de nuestros padres y otros familiares o por los padres y familiares de nuestros amigos y amigas. Me acuerdo que Moris era bastante crítico de ese discurso y cantaba al respecto: "sos el burgués más corrompido que existe, y te engañás pensando que sos un hippie; vos explotás a todos y no das nada, y eso es ser el peor capitalista...". Naufragio era estar en una "balsa" (esa de Tanguito ¿o Lito Nebbia?, lástima que no está Tanguito aquí para preguntarle) divagando por el mundo, sin perseguir una meta fija.

Nuestro anti-capitalismo se refería, más que al desprecio por la posesión de bienes materiales, a un sentimiento de despojo primordial. En palabras de Javier Martínez, el baterista, primerísima voz y letrista de casi todos los temas de Manal: "Hoy adivino qué me pasa, por qué mi nombre no soy yo, por qué no tengo una casa: porque hoy nací; hoy, recién hoy, el sol me quemó. Y el viento de los vivos me despertó".

El año anterior, de la primavera al verano, se podía naufragar en las plazas. Pero ahora, ya con el verano avanzando hacia el otoño y el invierno, las plazas eran lugares demasiado fríos, y el lugar de naufragio eran los bares abiertos toda la noche. En primer lugar, La Giralda, en Corrientes entre Uruguay y Paraná, donde cuando había un poco de plata, se podía comer un memorable chocolate con churros (sí, el que sirven ahora es muy parecido al de hace cuarenta años y el bar está casi igual). Luego, El Colombiano, dos cuadras más abajo, también en Corrientes. Y un par de bares más por Córdoba: pero básicamente se naufragaba en Corrientes. No sé si fue en La Giralda, o en El Colombiano, o en mi casa (probablemente la idea fue divagada mientrás nuestro naufragio recorría esos tres lugares, las calles y otros lugares), que se nos ocurrió hacer una representación teatral en la calle, de fuerte contenido contestatario y sin ninguna autorización estatal -autorización impensable en la Argentina dictatorial de esos años-. En esa época se estaba haciendo teatro en la calle en varios lugares. Y lo más parecido al nuestro era el teatro guerrilla que habían comenzado los Diggers en Haight-Ashbury, San Francisco, en 1966. Pero el antecedente más notable era el d un argentino, que había hecho su Vivo Dito en Europa unos años antes y terminó su vida con un suicidio de amor homoerótico en Barcelona en 1965. Nuestro grupo de teatro de guerrilla le dedicó su última acción: Alberto Greco se mató por culpa de la policía.

Mientras tanto, Dorita -mi vieja-, se llamaba a sí misma "la madre de los chicos", porque recibía a los náufragos en casa. A uno de los chicos, el más joven -menor de edad él-. le decía "el pequeño" o el "chiquito". Le quedó bien: todos le dijimos Javier Chiquito Arroyuelo. Por allí, se le ocurrió hacer lo que hoy se llama una instalación en la Galería Lirolay (a la vuelta del bar Moderno). La llamó "Mano de Mandioca", e incluía -entre otros materiales- fotos para las que "posamos" Laura Kolodny, Rafael López Sánchez y yo. Aquí va una copia del folleto, que me pasó Pedro Pujó hace poco.





Poco tiempo después, mandioca y la madre de los chicos se unirían en el nombre de uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la (contra)cultura en el hemisferio sur: el sello grabador Mandioca la madre de los chicos. Pedro Pujó recuerda que la segunda parte del nombre del sello grabador fue así un homenaje a Dorita.

Alejandro Rosso
, en cambio, sostiene que "la Madre de los Chicos" era un "lema" que hacía referencia a "la libertad creativa y el apoyo que brindó a sus artistas" el sello grabador. Una rara interpretación con simbología psicoanalítica: los músicos cargando con un complejo edípico, se habrían encontrado con su madre incestuosa. Toda una idishe mame esta Mandioca.



En la próxima entrega: Teatro guerrilla en la Argentina de Onganía

¿Qué quiere decir "autobiografía autorizada"?

Lo de "autorizada" quiere decir que el Mario Rabey biografiado autoriza al Mario Rabey autor a publicar todo lo que éste dice. De ninguna manera el biografiado se hace responsable por lo que dice el autor. En cuanto a lo que se dice de otras personas, no podemos dar (ni el biografiado ni el autor) ninguna seguridad de estar diciendo la "verdad". Es la escritura de recuerdos personales. De todos modos, cualquiera que quiera dejar de ser mencionado, que cambiemos lo que se dice, que agreguemos otras cosas, en fin, que modifiquemos los "hechos" aquí presentados, puede dejarnos un comentario al respecto.

Mario Rabey y Mario Rabey


Datos personales

Mi foto
El menor de los cuatro hijos de Benito Rabey y Dora Loyber, nací el 2 de abril de 1949. Trabajé desde los 16 años: asistente en un estudio jurídico (1966-1967), gerente de un grupo de industrias culturales –Manal, Mandioca, Mano Editora, Mambo Show- (1968-1970); artesano (1971-1972). Estudié Antropología en la Universidad de Buenos Aires (1972-1976); he sido docente e investigador universitario -desde ayudante de segunda hasta profesor titular, en diversas Universidades de Argentina y del extranjero, profesor de cursos de postgrado sobre ecología humana, evolución, multiculturalismo y estudios latinoamericanos, investigador científico , consultor en proyectos de organizaciones internacionales, nacionales, empresariales y sin fines de lucro. Formación Postdoctoral: Universidad de Texas en Austin - Comisión Fulbright (1990). Padre de cinco hijos: Pablo (34), Eva (32), Adriana (28), Lucía (26) y Nahuel (12).